
Para 1971, Pelé ya era reconocido como uno de los mejores futbolistas de la historia, gracias a su brillante desempeño en los Mundiales de 1958, 1962 y 1970, donde lideró a Brasil hacia su tercer título de la Copa del Mundo. Sin embargo, lejos de retirarse, continuó siendo una figura emblemática del deporte, marcando una nueva etapa en su carrera que trascendió los límites del campo de juego.
En 1975, Pelé sorprendió al mundo al firmar con el New York Cosmos, un equipo de la recién creada North American Soccer League (NASL). Su decisión fue motivada tanto por el deseo de seguir jugando al fútbol como por la oportunidad de llevar el deporte a un mercado emergente como el de Estados Unidos, donde el «soccer» aún no era masivo. Su presencia atrajo la atención mediática, llenó estadios y elevó el perfil del fútbol en un país dominado por deportes como el béisbol, el fútbol americano y el baloncesto.
Durante su tiempo en el Cosmos, Pelé no solo destacó en el campo con su habilidad y carisma, sino que también se convirtió en un embajador global del fútbol. Realizó giras internacionales con el equipo, mostrando el juego a audiencias de todo el mundo y consolidando su legado como una figura que rompió barreras culturales y deportivas.
Entre 1971 y 1975, Pelé no solo cimentó su estatus como una leyenda del fútbol, sino que también sentó las bases para la globalización del deporte, inspirando a generaciones de jugadores y fanáticos en todos los rincones del planeta.
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